En el mes de la madre queremos recalcar la importancia de crear un vínculo entre mamá e hijo, desde el primer momento.
Después del parto, mamá e hijo empiezan una relación mucho más fuerte y exclusiva. El recién nacido debe adaptarse a una vida fuera del útero y para eso está mamá. El contacto estrecho entre madre e hijo hace que la mujer segregue oxitocina, la hormona conocida como del apego.
Para que se establezca una buena relación entre ambos, es importante el contacto piel a piel pues se empieza a formar un vínculo afectivo. Este contacto ayuda a mantener la temperatura corporal del bebé, le aporta seguridad y lo relaja. Está comprobado: los recién nacidos que pasan el periodo justo después del parto, encima de su mamá, lloran menos.
Cuando un bebé se siente atendido, el vínculo con sus padres no sólo aumenta considerablemente sino que se potencia. Además, lo fortalece día a día y permite que sea capaz de superar la sensación de soledad que siente al llorar.
Con el contacto físico, desde un comienzo los niños se acostumbran a recibir cariño de forma empática y van desarrollando la habilidad de generar relaciones asertivas; es como si mamá e hijo hablaran un mismo lenguaje.
Un niño que tiene buenas relaciones con su madre, puede tener mayores posibilidades de éxito en su vida adulta. Esto es importante porque los sistemas que nos permiten formar y mantener relaciones se desarrollan durante la infancia.
Con BIUM sabemos que el vínculo mamá e hijo es inquebrantable y debe fortalecerse a medida que pasa el tiempo. Se debe dar seguridad y felicidad al niño desde el primer momento de nacer.
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