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Carlitos Reyes conoce el Instituto Roosevelt de «Pe a Pa», trabajó como auxiliar de enfermería, se formó en las áreas de Admisiones, Facturación y actualmente se desempeña como Testing de Aplicaciones de Tecnologías de la Información. Lleva 18 años de labores en el Instituto y menciona que gracias al hospital pudo responder por toda su familia en momentos de crisis e incluso logró crear dos exitosas empresas.

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Yo estaba estudiando enfermería en el Sena, allá hay algo que se llama patrocinio, ellos me enviaron acá al Instituto para buscar que me patrocinaran en etapa productiva, de ahí nos presentamos 7 personas, de esas 7 quedamos 3 y esos fueron los que empezamos a trabajar como auxiliares de enfermería, de todos ellos a hoy solo quedo yo.

En esa época  la situación del instituto estaba muy mal, difícil, no había dinero, no había recursos, eso fue en el año 2000. Para esa época habían salido al rededor de 100 personas del instituto, no teníamos pacientes. Según la necesidad de los procesos lo iba rotando a uno en diferentes áreas. Como nosotros éramos pasantes pues era más económico ponernos a trabajar en la noche, entonces trabajamos como auxiliares de enfermería en la noche.

Para ese momento se implementaron varios cambios en el hospital, nuevas propuestas para hacer más eficientes las labores de los colaboradores. Entre esas estaba iniciar a usar la computadora, implementar un programa nuevo, y yo siempre dije que sí, que no había rollo. Entonces después de 4 meses de rotar por varias áreas en mi labor de auxiliar de enfermería, empecé a hacer admisiones en la noche porque esa también era una responsabilidad del departamento de enfermería en aquel momento.

Cuando el instituto empezó a crecer, las operaciones se volvieron más complejas, así que debía escoger un enfoque entre lo administrativo y lo clínico y ellos me recomendaron seguir en la parte administrativa porque esa era la necesidad el instituto en ese momento.

Después de terminar mi pasantía salí a vacaciones y a compensatorios, cuando regresé ingresé a la UCIP, pero de nuevo me llamaron de Admisiones porque yo ya sabía manejar la plataforma. Ahí por cosas de la vida, se enfermó una compañera y me ponen a facturar.

En esa época era una persona para varios cargos, mientras que hoy, por ejemplo, hay 6 o 7 personas haciendo esas mismas actividades. Entiendo que en ese entonces eran menos pacientes, menos trabajo,  por eso hacíamos todo.

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Entre el 2000 y 2001 se implementó la primera versión del programa de Servinte, que se llamaba Hipócrates. Nos enseñaron, nos capacitaron, entonces esos fueron mis inicios en sistemas.

En el 2002 me inscribí en una convocatoria para hacer un curso de cuidados intensivos porque yo quería seguir en la parte asistencial, pero cuando terminé ese curso me dijeron  “hasta aquí fue la parte asistencial, lo necesitamos es en la parte administrativa». Por lo tanto, realicé todo lo administrativo en salud, me profesionalicé en el SENA y me convertí en capacitador de la plataforma institucional que se actualizó en el 2008. Entonces capacité, hice admisiones y  estuve en facturación hasta el 2012 o 2013.

Para el 2013 me salen al tiempo dos oportunidades laborales dentro del hospital: ser Testing de Aplicaciones en el área de Tecnologías de la Información y continuar en el área administrativa o  ser Supervisor de Salas de Cirugía y volver a la parte asistencial.  Me incliné por la parte administrativa.

Porque yo veía que en sistemas se podían aprovechar mucho más las herramientas, que se podían explotar las plataformas y pensaba «si yo estuviera allá yo haría tal cosa, yo propondría esto, yo cambiaría aquello». Inclusive estando en Financiera, arreglé todos los maestros de facturación de cirugía de tal forma que el sistema te ayudara a trabajar y no fuera una carga.

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Tomé la decisión de quedarme en la parte administrativa y enfrentarme a este monstruo de la tecnología, pero fue duro, mucho sacrificio, muchas horas de trabajo, jornadas extensas porque yo apenas estaba empezando y nunca lo dimensioné, de pronto pensé que lo podía manejar con apoyo de los ingenieros que estaban acá, pero era algo totalmente nuevo para ellos también. No obstante, lo trabajamos y ya hemos realizado diferentes proyectos juntos.

 Las personas que me colaboraron, empezamos por Gloria Castillo, coordinadora de terapia respiratoria que en esa época era enfermera al igual que yo; Sonia Holanda, Leni Duquino y Epifanía Vega, que también hoy en día trabajan acá con nosotros, ellas fueron mis primeras compañeras clínicas eran muy tajantes, muy exigentes, porque ellas me decían que yo podía dar un poco más. Tiempo después tuve como formadora a Mabel Gamba, que ya no trabaja con nosotros, ella fue la que me enseñó toda la parte de facturación. Amanda Vanegas que me enseñó toda la parte de admisiones y autorización. Ellas formaron en gran parte mi responsabilidad porque yo era un poquito desordenado. También agradezco a la Doctora Marixa Guerrero y Marleny Castillo que eran las jefes de ese momento, fueron personas que me exigieron bastante porque me decían que no me podía devolver y nunca me dejaron devolver, porque yo alguna vez les solicité que me devolvieran a Admisiones o a Enfermería y me decían «pa’ atrás ni para coger impulso».

Porque hace más o menos 10 años mi papá sufrió un infarto y él necesitó todo mi apoyo y acá me ayudaron, directivos que ya se fueron me apoyaron para que yo pudiera atenderlo y atenderlo bien, entonces de ahí surgió una idea de formar una empresa con mi familia para poder lidiar con todo lo de mi papá. Entonces creamos una empresa y montamos un restaurante, ambos hoy en día con mucho prestigio, el restaurante lleva cuatro años en el mercado y se llama Sagrado Corazón y queda en el barrio Ciudad Montes y la otra empresa se llama Logist Publicidad y se encarga de desarrollar publicidad y eventos, trabajamos con grandes empresas, incluso con varios ministerios, llevamos cerca de 10 años con este proyecto.  Todo lo anterior gracias al Instituto que me dio para hacer eso, me ha retribuido por lo que hago. Yo trabajo no por una necesidad económica, yo trabajo es porque me gusta hacerlo para el Instituto Roosevelt, porque el instituto me lo dio todo.

Cuando yo escucho cosas negativas del hospital lo mejor que puedo hacer es dejarlas pasar, no me voy a contaminar con personas que no les gusta trabajar o que de pronto se sienten obligados de tener que estar aquí.

Ahí está la gratitud que yo tengo para con el Instituto, en el momento que mi familia y yo decidimos montar la empresa yo me hago cargo de todo lo que es la parte financiera de la casa, cubrir todo, inversión, prestamos que se necesitaban y yo tuve el respaldo financiero de Instituto, puse el soporte financiero de la casa para responder por todo.

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Carlos Reyes y su familia son los porpietarios de estas dos empresas. Agradece al Instituto por el apoyo financiero recibido para llevar a cabo estos dos proyectos.

Mis papas me dicen que ya es hora de que diga «chao» y yo les digo que esperemos otro ratico, al menos a terminar mis proyectos. Ahora mi sueño es dejar mis proyectos aquí en el hospital estables, luego definir qué voy a hacer, pero es claro que me dolería mucho dejar el Instituto porque prácticamente este es mi segundo hogar, cuando yo llegué era muy joven y mi papá me traía, recogía y me llevaba, yo podía trabajar 36 horas y no me daba nada porque yo estaba feliz.

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